Por SOL RIAL

A ninguno de nosotros nos enseñaron sobre finanzas personales… Nos enseñaron a buscar trabajo y a cobrar una vez por mes y después consumir y consumir; en alquileres, seguros, impuestos, en supermercado y algo de esparcimiento. Y después, solo si después nos queda algo, en ropa o cine, teatro o ir a la cancha.

No nos enseñaron a ahorrar ni mucho menos a invertir y si queremos adquirir algo y no tenemos el dinero, a endeudarnos a muchos meses a tasas muy poco beneficiosas. Así que hoy veremos qué tipos de deuda existen.

Deuda buena. Es aquella que contraemos con el fin de adquirir un producto o un saber que nos puede servir para ganar más dinero. Un curso que hagamos para, por ejemplo, aprender a ser community manager, y posteriormente vendemos ese servicio de forma freelance. O compramos una impresora y después vendemos fotografías o planos por las redes sociales. O una batidora y empezamos comercializamos tortas decoradas en nuestro tiempo libre.

La deuda buena incrementa nuestros ingresos, por lo tanto no se trata de un gasto sino una inversión. Las empresas lo llaman apalancarse.

Deuda mala. Es aquella que adquirimos y que no nos dará ninguna ganancia, más bien una pérdida. Es comprar pasivos. Si quiero cambiar el auto, pagar unas vacaciones o comprarme una tele, se trata de una deuda mala. No porque esté mal comprar bienes y servicios sino porque no se cuenta con ese dinero y estamos endeudándonos; estamos gastando plata que aún no nos dieron.

Quienes tienen cultura financiera saben que primero se tiene el dinero, después se ahorra o se invierte y recién después se compran bienes y servicios. Dentro de la deuda mala hay que tratar de endeudarse con bajo o nulo interés.

Deuda malísima. Es como la anterior pero con intereses que superan ampliamente el costo del producto o del servicio o que, en su defecto, supone adquirir un bien de lujo que verdaderamente no necesitamos. Vayamos a los ejemplos: podemos comprar un televisor en cuotas, que es una deuda mala, o podemos comprar el televisor más caro que encontremos en cuotas con un interés altísimo que duplique el valor del televisor. Esta deuda es la que hay que evitar de todas las formas posibles. Corremos un alto riesgo de no poder cumplir con los pagos, quedar inscripto en el Veraz y perder la financiación con los bancos.

Ahora que sabemos qué tipos de deudas existen te voy a brindar dos opciones posibles para el manejo mensual del dinero.

La primera de ellas es la 80/20. Significa que el 80% de nuestro ingreso al mes es para pago de comida, alquileres, transporte, impuestos, salud, educación y esparcimiento, y el 20% restante es para ahorrar o pago de deudas. Ese 20% hay que separarlo ni bien se obtiene el dinero, no al final del mes. Es una cuenta sencilla, que no reviste mayor complicación pero que puede cambiar la forma de organizarnos.

La otra opción es la 50/20/30. El 50% del dinero de tu sueldo lo tenés que dedicar a gastos básicos. El 20% va a ahorros o pago de deudas. El 30% restante es para gastos personales. Como gastos personales se entienden regalos de cumpleaños, ropa, entradas de cine, compra de libros, cualquier gasto que no suponga necesidades básicas como alimento, vivienda e impuestos.

A diferencia del ejemplo anterior, aquí discriminamos lo necesario de lo prescindible. La idea de esta fórmula es que si el 30% de gastos innecesarios te sobra, lo puedas sumar al 20% de ahorro.