Sin lugar a dudas, Junín de los Andes es un pueblo en el paraíso: una localidad privilegiada por la naturaleza, rodeada por un paisaje agreste y único en el que ríos y arroyos cristalinos serpentean desde las montañas del Parque Nacional Lanín y bañan sus fértiles tierras.
No fue casualidad, entonces, que los pioneros hayan elegido el valle donde hoy se asienta la ciudad para fundar, a finales del siglo XIX, el primer poblado estable en territorio neuquino.
El agua pura, cristalina y abundante debe haber sido un atractivo insoslayable para aquellas mujeres y hombres que, como había hecho antes el pueblo mapuche, descubrieron este vergel. Misma atracción que sienten pescadores propios y ajenos.
Es en los ríos Malleo y Curruhué, así como en los lagos Huechulafquen, Epulafquen, Paimún, Tromen, Curruhué Chico y Grande y la Laguna Verde, donde se pueden capturar truchas como la arco iris, la marrón y la fontinalis, de imponente tamaño en muchos casos.
Así, gran cantidad de pescadores de todo el mundo arriban a Junín cada año, a lo largo de la temporada de pesca, que va de noviembre a mayo, y que es inaugurada el mismo día de apertura con actividades organizadas alrededor de la Fiesta Provincial de la Trucha en el río Chimehuín.
Y es justamente en la mundialmente conocida boca del Chimehuín, declarada Área Natural Protegida Provincial (ANPP), el lugar que se constituye en preferencial para practicar pesca con mosca (fly casting).
Además, en ríos y lagos pueden practicarse otras técnicas de pesca deportiva como en embarcación (trolling) o con cucharita desde la costa (spinning), según gusten los pescadores que por millares llegan a la zona y deben contar con el correspondiente permiso y ceñirse a los lineamientos establecidos, como la devolución obligatoria.
Pero no solo de pesca vive el hombre: en los ríos y lagos juninenses también se pueden practicar actividades acuáticas como kayak, rafting, widsurf, o disfrutar de paseos en catamarán en el Huechulafquen desde el paraje Puerto Canoa.
EL ANDINO 